No
se que me pasa últimamente que no puedo sacar de mi mente a una gran persona
que conocí el cuatrimestre pasado. Tal ves muchos dirán que es muy poco tiempo
para decir que es la mejor persona, pero el ha sacado de mí fortaleza, la cual
no tenía. Me ha hecho darme cuenta de que por mas problemas que tenga y
obstáculos que se me presenten, siempre hay una manera de resolverlos, que no
permita que nadie ni siquiera mi familia me diga que no puedo hacer algo, y que
nunca deje que nada ni nadie me frene para cumplir mis sueños. Podría seguir
hablando de todos los consejos que me da, de lo mucho que me apoya y me
ha hecho crecer, pero creo que no terminaría.
Quise dar este pequeña introducción de lo que
ha hecho para mi esa persona por que a continuación, les dejare unas pequeñas
palabras que surgieron un día de inspiración pensando en él.
Pues
bueno, heme aquí, en la H. Universidad. Sentada, ya con algo en el estómago y
esperando a mi querido José. No he sabido nada de él desde hace horas; no es
que me preocupe demasiado, pero si no es común que llegue tarde a clases. La
puntualidad es lo que lo distingue.
Los días pasados hemos estado bebiendo un poco de vino al
mismo tiempo que vemos una película de Goddard y terminamos con un buen
cigarro. Nos gusta tener nuestros momentos bohemios. ¿Qué es la bohemia sin los
vicios y una buena pieza de arte?
Durante esos preciados momentos, José no ha mostrado signos
de algo que le perturbe o que le cause conflicto. Y eso es lo que me causa mi
problema. ¿Por qué desaparece sin previo aviso, sin decirme nada?
La última vez que lo vi fue antier mientras nos despedíamos
con un húmedo y caluroso beso; su especialidad sobre todas las cosas. Sin
embargo, el efecto de su presencia se pierde en el momento que mi mirada deja
de tener contacto con su perfecto rostro.
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